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Camino de 1998

ruidos

Ya se han acabado los quince días en Formentera. En general, muy buenos, justo lo que necesitaba: descansar mucho, dormir más, estar unos días sin estrés y sin "ruido" en la cabeza, ruido de nervios, de prisas y de presiones.

En ocasiones unos ruidos han sido sustituidos por otros. A veces mis padres me ponen más presión y más prisas que el trabajo. A veces mis hermanas me queman más que Carmen y toda la facultad de Derecho juntos. La falta de independencia, de aprecio, de consideración, la necesidad de autoafirmarme, de escribir mi propio camino, me han llevado a la determinación de que estos quince días han sido los últimos que pasaré en Formentera en este plan. No es que no quiera volver, pero quince días son muchos, a saber cuántos me dan el año que viene, y querré pasar algunos con mis amigos (¿con cuáles?), haciendo lo que de verdad me apetece, pero no siempre atado a la disciplina familiar que a veces se me hace tan insoportable.

Otros ruidos venían de Italia. A Monica no se le ha ocurrido otra cosa que escribirme mensajes casi constantemente, diciéndome que ojalá estuviese en el barco conmigo, que va a estudiar español, que va a venir a verme pronto... Como la buena droga, aparece más atractiva que nunca en el momento más oportuno. Por suerte, mis recaídas son cada vez menos violentas y profundas. Vale, que venga. Vale, que escriba. No ha hecho falta mucho para que ella vuelva a ser fría y distante (en el messenger infernal). Seguramente tuvo un ataque de nostalgia, me echó de menos, se dió cuenta de que nadie la va a tratar como yo y que encima yo me estaba pasando unas supervacaciones mientras que ella está aburrida en Italia, y como no se corta, se arrancó a escribirme. Supongo que ya se le habrá pasado (no hay estado de ánimo que le dure más de una semana) y ahora volverá a la frialdad habitual. Hasta que le apetezca venir a Barcelona, o se dé cuenta de que no tiene a ningún chico cerca adorándola, o piense que conmigo tendría la vida resuelta (¡y qué vida!). No debe de ser una chica tan rara cuando es una clase de mujer que aparece a menudo en la literatura y otras representaciones: Diana de Villiers (Aubrey y Maturin), Clara Barceló (La sombra del viento) y Christina Ricci en "Anything else": la mujer que dice lo contrario de lo que piensa, piensa lo contrario de lo que siente, dice querer lo contrario de lo que siente y se aprovecha del pardillo que pasa por su lado para seguir a flote, a la búsqueda de... ¿de qué? Nadie lo sabe. Sólo se sabe que quiere lo que no tiene, y tiene lo que no quiere, hasta que deja de tenerlo, y entonces lo quiere. Ya he hablado suficiente de esto. Es un capítulo cerrado. Poco a poco me voy deshaciendo de esta maldita adicción. Cada vez pienso menos en ella, cada vez releo menos los mensajes que le escribo, viendo si algo en ellos podía ofenderla, cada vez tengo menos cosas que contarle. Está claro que, con el tiempo, es ella la que me echa de menos a mí, mientras que yo sólo quiero pasar de página y empezar otra en blanco, y sin manchar.

Eso mismo va por Ali. Lo de la página en blanco, quiero decir. Es una chica encantadora, guapa, simpática y atractiva, y encima parece que le atraigo. Pero no sería justo por mi parte volver a cometer los errores del año pasado. No quiero irme de nuevo con ataduras aquí. Quiero irme, empezar de cero, y una novia a distancia sería el mayor error posible. Además, si yo no fuí justo con ella, ella tampoco lo fue conmigo, y no está de más recordar las cosas que me dijo cuando le expliqué que nuestra relación no tenía ningún sentido. Ninguna fue bonita. Y no voy a pasar por ahí otra vez.

Me voy, en quince días, y quiero establecerme en mi nueva ciudad conforme a mis propias reglas. Quiero triunfar en mi trabajo, de forma discreta pero tajante. Quiero que me reconozcan como alguien trabajador, implacable, incansable, rocoso, inexpugnable. Quiero ser una persona callada, discreta, que escuche más que hable, que diga sólo lo necesario, que se reserve sorpresas sólo para quien las merezca. Quiero controlar mis sentimientos, evitar los bandazos, mantener la calma, ver las situaciones en perspectiva, utilizar la experiencia y no caer en los errores del pasado. Quiero ser un ganador sin arrogancia, no un perdedor que se deja machacar. Quiero ser sociable sin ser un animal social, llevarme bien con la gente, sin que eso marque mi vida y sin dejarme llevar por los demás. Quiero empezar una relación sentimental seria sólo si quiero, con la persona adecuada, no con la primera que se ponga a tiro y sin las sumisiones a las que me he aficionado últimamente. Quiero encontrar (cuando llegue, no tengo ninguna prisa) a la persona adecuada, y cada vez tengo más claro qué clase de persona es esa. Nada de relaciones con personas con las que era afin sólo parcialmente o con las que no tenía nada que ver, ni de relaciones en situaciones "extrañas" (baste decir eso), ni de dependencias ni nada parecido.

Quiero vivir marcando mi ritmo, con objetivos claros y planes para conseguirlos. Quiero que todo en mi vida esté perfectamente estructurado, organizado, y que las cosas salgan como yo quiero que salgan, o que al menos no sea culpa mía si no van bien. Quiero, por primera vez, dirigir mis pasos yo mismo, tomar las decisiones conscientemente: aferrar con fuerza el timón y orientar las velas para llegar al puerto que quiera. Creo que soy un gran barco con hermosas velas, ¿por qué no iba a conseguirlo?

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