Blogia
Camino de 1998

extrañas alegrías

Empiezan mis cortas vacaciones, que necesito para descansar y comenzar a preparar el "asalto" a Barcelona dentro de poco más de un mes. ¡Un mes! Y entonces me veré en una ciudad nueva, con un trabajo nuevo, todo nuevo... Y esta vez no quiero cometer los errores de mi primera salida. Además, los retos son distintos, las situaciones serán diferentes... Pero eso es otro tema.

Una noticia que debería ser mala pero que no lo es: han rechazado mi solicitud al PE. ¡Menos mal! ¿Y si me hubiese llegado una carta diciendo que me habían dado unas prácticas pagadas en París, o en Estocolmo, en RELEX, o en JHA? Mejor así. Quemadas las naves, todo será más fácil.

He estado viendo coches con mis padres. No para mí (snif snif). ¡Qué cochazos! He estado echando cuentas y veo que mi salario va a tener que subir mucho para que pueda permitirme alguno de esos descapotables BMW en menos de... diez años (o veinte, si como más de dos veces al día). De pronto, la ambición crece, y empiezo a pensar que mis 24.000 euros no son nada, y que ojalá me llegase un ofertón en un par de años... La lechera, el cántaro y todo eso. Al fin y al cabo, un pipiolo de 23 es eso, un pipiolo, y nada más. No sé si es bueno o malo que no me den incentivos (más allá de las promociones). Me vería (yo y muchos más) prescindiendo de las noches para poder trabajar 10 minutos más.

Monica me ha escrito un mail, deseándome buenas vacaciones, pidiéndome que le escriba desde las islas, y diciéndome que en agosto sin duda empieza a estudiar español. No sé exáctamente si por gusto o por perspectivas profesionales. Todas sus solicitudes (¡muchas!) han sido rechazadas. La verdad, es fuerte que alguien con un Master y que habla dos idiomas y tiene nociones de dos más no encuentre ni un trabajo, ni unas prácticas, ni nada. Lo siento por ella, es una trabajadora estupenda, responsable, seria, meticulosa, inteligente y creativa. Ella misma lo dice (¡no quiero parecer un machista!): sería una secretaria perfecta. Bueno, creo que sería muchas cosas perfectas. Y sería irónico tener a una persona con tal CV de secretaria... Aunque eso es un tópico estúpido. Una secretaria, por ejemplo en el despacho de mi padre, es una persona que tiene que organizar el día a día de una empresa más que medianamente compleja, que debe tener muchas y distintas habilidades, sobre todo la de improvisar y sacar las cosas adelante. No es una profesión reconocida, no tiene mucho lustro, pero yo admiro (y me gustan) esas profesiones que se basan en la burocracia bien entendida, la capacidad de administración, de organización, de planificación. No en vano Monica y yo bromeabamos sobre que ella podía ser mi secretaria... De hecho, creo que a mi padre le gustaría tenerla, seguro que lo haría muy bien. ¿Será por eso por lo que quiere estudiar español?

No le voy a responder al email. Tengo que empezar a dejar ciertos hábitos, y uno de ellos es el de tocar zafarrancho de combate y salir disparado cada vez que ella me escribe o me habla. Y me doy cuenta de que no es culpa suya, o al menos no totalmente. Ella es inestable como el mercurio. Un día bien, dos mal, tres muy bien, y así. Y yo sobre-reacciono cuando ella está cerca. Y ni yo debería esperar que ella me llame o me escriba a diario, ni ella debería ir siempre por libre, en su mundo, marcando un ritmo imposible de seguir, no por fuerte sino por incomprensible. Ella requiere un acto de fe, pero no da muchas ayudas. Y sin embargo no puedo quejarme de que aquellos miedos tuviesen justificación alguna. Sólo es que ella es una montaña rusa en la oscuridad, y me faltó templanza para entenderlo, aceptarlo y aguantarlo. Y pese a todo, a lo mejor no era una cuestión de si podía resistir o no, sino de cuánto tiempo podría hacerlo. Como el rodeo.

Y ahora, a veces vuelve a mí, me llama, o me pide que le llame, o me dice cosas casi dulces (como cuando me pedía que fuese a visitarla)... Y no sé si es normal, o si me echa de menos, o si está triste... Y me siento mal, me siento malo, creo que no la supe comprender, que fuí demasiado tonto, o me faltó la experiencia, y que convertí pequeñas cosas en grandes problemas, y grandes cosas en nimiedades. Este tema no tiene fin, o lo tuvo ya. Ahora estamos a distancia, geográfica y vital, y a veces me alegro. Creo que no estamos hechos para estar juntos, al menos no así y ahora. Creo que yo no sé darle lo que ella quiere, y sobre todo cómo ella quiere. Y creo que ella es un arcoiris (¿usé esta metáfora hace unos días? Creo que sí), cuyo pie se mueve cuando me acerco a él. Si paso, porque paso. Si me implico, porque me implico. Siempre supe que las cosas irían mal, o mejor dicho, que nunca irían del todo bien. Sólo de una forma podríamos tener otra oportunidad: que las circunstancias nos uniesen de nuevo, y ella fuese menos inaccesible y... reacia a la felicidad, y que yo fuese menos ansioso y más... comedido en mis acciones, pensamientos y sentimientos. Sólo unas versiones matizadas de nosotros mismos podrían sobrevivir juntas.

Y a veces pienso si todo esto no es tontería. Como si me hubiese olvidado de lo enamorada que ella estuvo de mí, de lo loca que estuvo por mí. ¿Y qué pasó? ¿Qué echó todo a perder? ¿Fuí yo? ¿Fue ella? ¿Qué más da? Y si bien mi cabeza me dije que mejor así, que debo ser libre y feliz, buscar alguien que me admire todo el tiempo (no sólo de rato en rato) y encontrar una relación equilibrada y no absoluta y absurdamente asimétrica, así y todo muchas veces la echo de menos.

Pero, ¿la echo de menos como echo de menos mi perdida capacidad de trabajo, o como echo de menos fumar de vez en cuando?

0 comentarios